Un día, un socialista fue a la casa de un granjero para tratar de convencerlo de la ideología socialista.
-“¿Qué significa ser socialista?”, pregunto el granjero.
-“Significa que si usted tiene un árbol, entonces todos podemos beneficiarnos de sus frutos”, respondió el socialista.
-“Eso suena muy bien. Cuénteme más”.
-“Bueno, si usted tiene un cultivo, todos podemos beneficiarnos de la cosecha”.
-“¡Vaya! ¡Ser socialista es algo increíble!”, respondió el granjero.
Siguiendo con la misma lógica, el socialista dijo: “También, si tienes una vaca, todos podemos beneficiarnos de la leche”.
-“¿¡Que!? ¡Lárguese de mi propiedad y llévese todas sus ideas socialistas lejos de aquí!”, contesto el granjero enojado.
El socialista, muy confundido, le pregunto al granjero: “No entiendo. ¿Por qué le pareció bien que compartiera sus frutos y su cosecha, pero no la leche de la vaca?”
“Porque no tengo árboles que den frutos y no cultivo nada en mis tierras, ¡pero si tengo vacas que dan leche!”.
De eso trata el socialismo. Todos quieren compartir y repartir las cosas por igual… ¡siempre y cuando no sea lo de ellos!
En el socialismo, los dictadores y políticos se vuelven ricos.
En el capitalismo, los empresarios e inversionistas se vuelven ricos.
La Biblia explica mejor ambos conceptos: “Dale a un hombre un pescado, y lo alimentaras por un día. Enséñale a pescar, y lo alimentaras toda la vida”. Es hora de enseñarle a la gente a pescar.