Las elites de nuestra sociedad moderna se benefician enormemente de nuestro sistema monetario moderno, que como sabes, es propenso a la inflación.
En un sistema que es propenso a la inflación (tanto monetaria como de precios), no tiene sentido ahorrar en efectivo y comprar activos en el futuro cuando serán más costosos. En cambio, los individuos se tienden a endeudar con el fin de comprar activos. Tiene más sentido en un sistema inflacionario usar la deuda para comprar activos, ya que con el tiempo la carga de la deuda disminuye.
Los individuos que hacen esto pueden entonces usar los activos comprados como garantía para tomar prestamos adicionales en el futuro y comprar aún más activos, lo que incrementa más el precio de los activos. Es decir, los individuos que poseen activos pueden usarlos para comprar más activos con dinero recién creado gracias al sistema de reserva fraccionaria. Esto explica la famosa frase de Robert Kiyosaki: “Los ricos se vuelven más ricos”. Ahora entiendes por qué. Es una combinación de deuda, activos e inflación.
En un mundo de precios crecientes, tiene mucho sentido que los individuos y las empresas se endeuden. Como consecuencia, las elites de nuestra sociedad, los ricos dueños de los activos, las empresas, las instituciones financieras y los gobiernos, se han vuelto cada vez más dependientes de la inflación para reducir sus deudas reales.
Una prolongada y dura deflación de precios llevaría a la mayoría del sistema financiero, a la elite empresarial y a los gobiernos a la bancarrota.
Tomemos el caso de los gobiernos. Los gobiernos prefieren financiar sus gastos a través de la deuda (ya sea con su bancos central o con privados) en lugar de aumentar los impuestos. Los gobiernos prefieren el endeudamientos o la inflación (que es endeudamiento con el banco central) porque los aumentos de impuestos son muy impopulares y generan oposición. Los votantes quieren algo a cambio de nada. Tal vez no quieran tanto los programas sociales que prometen los políticos si se dan cuenta que tienen que pagarlos de sus propios bolsillos.
El sistema bancario puede entonces, directa o indirectamente, financiar estas deudas del gobierno creando dinero. De hecho, hoy en día una gran parte de las deudas gubernamentales están en manos del sistema financiero. Un impago del gobierno causado por una deflación prolongada de los precios conduciría a graves pérdidas para el sistema financiero. Debido a la interconectividad del sistema financiero, el sistema podría colapsar. La contracción del crédito seguiría e intensificaría la deflación.
Una quiebra nos llevaría a la siguiente. Eventualmente, todos los agentes que dependen de la inflación tendrían que incumplir en sus deudas.
En resumen, las quiebras masivas desencadenadas por la deflación perjudicarían los intereses del sistema bancario, las empresas endeudadas y los gobiernos.
Las elites de hoy perecerían y surgirían otras nuevas.
Como las elites de hoy están bien organizadas y mantienen poderes políticos y financieros, han podido evitar la deflación y han logrado convencer a todo el mundo, a través de los medios y el sistema educativo, que la inflación es saludable y necesaria para una economía moderna.
Por el contrario, los grupos que se beneficiarían de una deflación (que es el resto de la sociedad), si bien son mucho más grandes, no están bien organizados. Las grandes masas de trabajadores, los consumidores y los pequeños y medianos emprendedores se beneficiarían muchísimo de una deflación. También los ahorradores, acreedores y pensionados. Sin embargo, sus ganancias tienden a extenderse sobre más hombros que las perdidas.
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