Si seguimos la vida de la persona promedio, con educación promedio, se parecerá mucho a lo siguiente:
La persona va a la escuela, se gradúa, encuentra un empleo seguro y pronto tiene algún dinero extra para gastar. Ahora esta persona puede pagar la renta de un departamento, comprar un televisor, ropa nueva, algunos muebles y desde luego, un automóvil nuevo. Y las cuentas comienzan a llegar. Un día, conoce a alguien especial, vuelan las chispas, se enamoran y se casan. Durante algún tiempo la vida es maravillosa porque dos pueden vivir con el sueldo de uno. Ahora tienen dos ingresos, una sola renta que pagar y pueden apartar unos cuantos dolares para comprar el sueño de todas las parejas jóvenes: su propia casa. Encuentran la casa que sueñan, retiran el dinero de la cuenta de ahorros y lo utilizan para dar el pago inicial de la casa y ahora tienen una hipoteca. Debido a que ellos tienen una nueva casa, necesitan nuevos muebles, así que encuentran una tienda de muebles que anuncia sus productos con las palabras mágicas: “Sin cuota inicial. Fáciles pagos mensuales”.
La vida se vuelve maravillosa y ellos ofrecen una fiesta para que todos sus amigos conozcan su nueva casa, su nuevo automóvil, sus nuevos muebles y sus nuevos juguetes. Ahora, sin darse cuenta, están endeudados por el resto de sus vidas. Y entonces llega el primer hijo.
La pareja promedio, con educación universitaria y trabajadora, tras dejar al hijo en la guardería, deberán ahora trabajar muy duro. Han quedado atrapados por la necesidad de tener un trabajo seguro simplemente porque, en promedio, se encuentran a solo tres meses de la bancarrota total.
La pareja cree que su problema es la falta de dinero, por lo que trabaja más duro aún y obtiene un aumento o un trabajo a medio tiempo. Inmediatamente gana más dinero, sucede lo siguiente: paga más impuestos, trabaja más, tiene menos tiempo libre y sus deudas aumentan. Esta pareja comienza a parecerse a las ratas que se ven en las tiendas: no importa lo mucho que se esfuercen, seguirán dando vueltas y vueltas sin llegar nunca a ninguna parte.
Usted puede escuchar a estas personas, ya que a menudo dicen: “No puedo renunciar a mi empleo, tengo muchas cuentas que pagar”, o “no puedo permitírmelo, tengo una familia que mantener”.
Trabajar por dinero es una trampa… una trampa tan sutil que millones de personas caen en ella todos los días.
Que buen contenido, sigan así. ❤?
increíble pero cierto, muchas familias se centran en generar mas y mas dinero sin darse cuenta de que invirtiendo ese dinero en nuevas técnicas o habilidades para poder multiplicarlo es mucho mas rentable, es cuestión de mentalidades.